Vivimos envueltos en una burbuja de pillería y corrupción a baja escala que afecta a muchos sectores, entre ellos el del marketing digital.
Si el mundo fuese perfecto no ocurrirían situaciones como las que he vivido muy recientemente en en un proyecto actual que estoy desarrollando.
Si me permites haré unas cuantas reflexiones que van más allá del marketing digital, así que perdona si me pongo algo trancendentalista.
Todos los días nos levantamos con un escándalo nuevo, antes fue Bárcenas, el pasado día 17 fue Rodrigo Rato y mañana será el político de turno al que le hayan pillado con el «carrito del helado». El caso es que los de a pie nos echamos las manos a la cabeza con estos casos de corrupción política.
Pamplinas y mamarrachadas varias.
Cada vez estoy más convencido que la corruptela cuando se está en una posición ventajosa es inherente al ser humano. Estos delincuentes no son de otra especie animal desalmada distinta a la nuestra, son seres humanos como tú y como yo, con todas las virtudes y miserias que ello implica.
El corrupto es ese que sale en el telediario, pero también lo es el que trata de encontrar algún resquicio en la declaración de la renta, el que se lleva el periódico del bar porque sale una foto de su prima-hermana en la sección “gente”, el que en horas de trabajo se pasa el día chateando o el que engaña de la forma más descarada y cruel a sus clientes.
Y a este punto quería llegar después de la reflexión antipática que acabo de hacer. Se suele decir de ellos que no llegan muy lejos en su actividad profesional porque el boca a boca se corre como la tinta, pero olvidamos que han surgido nuevos modelos de negocio que no requieren de ojos, nariz y boca y que les permiten estar en muchas lugares sin necesidad de que les contraten de forma personal.
Hasta incluso podría decir que en este tipo de negocios, la mala praxis llevará a la ruina al negocio porque sus clientes insatisfechos ya se encargarán de informar de su modus operandi en los canales digitales de opinión que todos conocemos, pero ¿qué ocurre cuando el cliente no sabe que está siendo estafado?
Pues puede ocurrir que tú que eres otra empresa del sector y conozcas su mal hacer te muevas por el corporativismo y no se te ocurra denunciarlo públicamente.
Y digo todo esto porque recientemente he tenido una mala experiencia con un cliente que venía trabajando con una agencia de marketing que no ha cumplido con lo acordado, que han retrasado más de un año el lanzamiento de una web, que no solucionan con agilidad los problemas detectados y que en definitiva, y permíteme esta pequeña licencia léxica, no tienen ni puta idea de lo que es marketing, de lo que son unos clientes y muchísimo menos de cómo funcionan los medios digitales.
¿Cómo pretendes lanzar un nuevo proyecto con un modelo de negocio de servicios online que lleva un año de retraso y sin respetar aquellas peticiones que al cliente le llevaban a su propuesta de valor única? Ahora arreglar ese entuerto supone un doble trabajo y en cualquier caso se ha de improvisar un producto/servicio mínimo viable.
Este tipo de proceder hace mucho mal, no solo a los clientes maltratados y engañados, sino también a los profesionales del sector que por extensión se ven salpicados por estos piratas.
Y es que todos sabemos que los españoles somos muy de etiquetar, más aún cuando se trata de juzgar a servicios de asesoramiento, algo intangible. Ya sabes a qué me refiero los abogados son unos vampiros, los marketeros unos vende-humos y los comerciales engañan con el único propósito de vender.
Me encantaría que aquellos profesionales que desarrollan su actividad con honestidad, honradez y sentido común dejaran de lado su vis corporativista y desenmacarasen a estos intrusos que perjudican al cliente y al sector en el que trabajan. Yo hoy no lo haré por respeto a la empresa que se ha visto afectada.
¿Por qué existe la sensación que en los últimos tiempos han fructificado este tipo de negocios?
A rio revuelto ganancia de pescadores, en épocas de crisis el vivo busca una salida a cualquier precio y el fin justifica cualquier medio, usurpan la profesionalidad de los que sí son responsables de lo que prometen.
Prolifera el bajo coste porque sencillamente no pueden o no saben cumplir con aquello que prometen. Tenlo, claro huye de los precios muy bajos, casi siempre redunda en un servicio precario.
Y un consejo si eres profesional independiente, no trabajes a cualquier precio.
Así que no te escandalices por el virus de corrupción de las clases políticas y grandes capitales. Cuando la charcutería de la esquina te venda un chóped de la época de Sandokan, exige una rectificación y manfiéstalo públicamente. La única diferencia entre unos y los otros es el material con el que te engañan, los primeros con cuentas millonarias y los segundos con tripas de cerdo.
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