Desde los albores de la humanidad, los hombres de la ciencia han pretendido encontrar una fórmula sencilla que explicase grandes dilemas y que fuese invariable en el tiempo y aplicable a muchos ámbitos y facetas.
A todos se nos viene a la cabeza, uno de los casos más populares y revolucionarios E=mc2 una expresión fácil de recordar, yo diría que hasta bella, que supuso para Albert Einstein, no el premio Nobel de la Física (a la contra de lo que pueda creer todo el mundo) , pero sí entrar en el Olimpo de los hombres más memorables y célebres de la historia moderna.
Con su descubrimiento no sólo explica la teoría de la relatividad y su utilidad del espacio tiempo desde el punto de vista de la cosmología, también tiene su aplicación filosófica y del día a día, extrapolable a cualquier orden de la naturaleza, sin fisuras, irrefutable y aceptada por todos sin excepción. Redonda.
Éste judío tan polémico también acuñó una frase que habrás escuchado en más de una ocasión
“Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo” [Tuitea esto]
Pues bien, esta reflexión que os muestro es parienta directa del mensaje que os quiero transmitir. A menudo nos topamos con infografías que están diseñadas de una forma muy bonita, repletas de relaciones infinitas, casi imposibles de seguir, entre nudos y niveles. Eso sí, tremendamente atractivas y visuales.
¿Eres feliz…? nos muestra un planteamiento que de evidente y obvio puede parecer una perogrullada, pero no lo es, lo que ocurre es que, con frecuencia, nos cuesta demasiado percatarnos de aquello que tenemos frente a nuestras narices.
Sin embargo, ésta es sencilla y, al igual que la fórmula del gran físico, explica grandes cosas y soluciona grandes y pequeños problemas.
A menudo nos acostumbramos a caminar desde muy pequeños con una “china” en nuestro zapato, nos educan para soportarla y aguantar el dolor, somos capaces de convivir y adaptarnos a la incomodidad que nos supone, combamos el pie y seguimos caminando, sin pararnos a pensar que esa «china» nos hará, a medio y largo plazo, una herida que nos impedirá avanzar.
¿Qué ocurriría si nos parasemos, nos quitásemos el zapato y su molesta china y lo llevamos a enmendar? Durante un tiempo volveremos a andar descalzos, pero de inmediato caeremos en la cuenta que podremos seguir con nuestro camino, volveremos a conectarnos con la realidad y a sentir la hierba fresca en nuestra planta. Al tiempo volveremos a calzarnos con unos pares remendados, pero sin china y con suerte podremos comprarnos unos nuevos!!
¿No crees que descalzarnos nos puede llevar lejos en nuestra meta?
Pensamos siempre que esta infografía va dirigida a emprendedores y empresarios, pero yo digo que es aplicable al ama de casa, al estudiante… a quien tiene un empleo en el que se sabe desperdiciado. Pues aunque estés empleado también puedes emprender, mejorando tu actividad, replanteando tu trabajo diario, haciéndoselo saber a tus superiores como valor añadido, sumando como si fuese tu propio negocio. Sé intraemprendedor.
Ese inmovilismo del que hablo es normal por otro lado, está en el ADN del ser humano, el hombre por su propia naturaleza, y en términos generales, no ha sido un animal nómada (aunque muchas civilizaciones sí que lo fueron), preferimos asentarnos y adaptarnos a aquello que nos rodea, a movernos y cambiar.
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