Siempre he pensado que esas aburridas y malas películas de Domingo por la tarde me suponían una pérdida de tiempo con tan solo dedicarles un minuto de atención, sin embargo he de decir que en uno de sus planos diálogos escuché una frase que me dejó reflexionando casi toda la tarde “La vida no son más que tres o cuatro grandes días”
Y es verdad, la vida no son más que tres o cuatro grandes días. Esos tres o cuatro días marcan el devenir de tu futuro, para bien o para mal, creceremos alrededor de esos días, comeremos, trabajaremos, evolucionaremos o retrocederemos, nos divertiremos, lloraremos entorno a las consecuencias que originen esos grandes días, pueden abrirte a una senda de felicidad o comenzar un auténtico calvario. Esos momentos te cambiarán el rumbo de tu vida, te marcan un camino nuevo o te cortan un progreso. Lo malo es que cuando nos llegan, no sabemos que los estamos viviendo ni sabemos valorar la consecuencia que tendrán en nuestras vidas las decisiones que podamos tomar en torno a ellos.
Esos singulares días son los que nos sirven de excusa para poder decir como decimos, «estoy pasando por un bache», y generalmente este mal bache es el fruto de una mala decisión.
Piénsalo, piensa la cantidad de decisiones que adoptamos todos los días con la más cotidiana de las rutinas, con desprecio incluso, no somos conscientes ni de lo que hacemos, pero lo hacemos, elegimos casi sin pensar. A menudo he escuchado eso de «no doy una, siempre elijo mal», yo mismo me lo he dicho. Pues eso no es cierto, elegimos muy bien muchas veces al día, sin embargo es posible que en uno de ellos, tomes una decisión de forma rutinaria, como solemos hacerlo, y entonces entraremos en ese mal bache.
Si nos acostumbramos a ser conscientes de nuestros momentos de decidir, aunque sean triviales, podremos ser capaces de entrenar nuestras «buenas elecciones».
Decía Pablo Ruíz Picasso :
“La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando” [Haz clic aquí y tuitea esto]
pues tenemos que trabajar todas nuestras elecciones, desde decidir la ropa que nos ponemos, a qué papeleta echar a la urna de votos.
Por eso has de afrontar cada uno de los días que te levantes con la máxima energía, estar en alerta, y ser conscientes de que es seguro una cosa; no existe ni un solo día igual que otro, como no existen dos personas exactamente iguales, y si esto es así, ¿porqué actuamos como si lo fuesen?
Afrontemos cada inicio de la jornada como si se tratase uno de esos puntos de inflexión de tu vida. Porque siempre tendrás que elegir. Y si siempre hay que elegir, hagámoslo siendo conscientes de ello.
Y puede ser que incluso seamos capaces de que en nuestras vidas aparezcan más de tres o cuatro momentos relevantes, que los propiciemos con esas buenas y pequeñas decisiones cotidianas, de tal modo que no sean 4, sino 8 los que te marquen el paso.
Tenemos que estar preparados para hacer que nuestra vida se edifique entorno a unos pocos días, pero que estos sean los mejores días y que nos sirvan de punto de inflexión, que nos sirva para vivir de ellos con felicidad.
…otros a esto le llaman «suerte».
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