¿Es posible que tengas un troll en tu empresa? Cada vez con más frecuencia detecto una situación que es recurrente en las pequeñas entidades; el origen en su estancamiento comercial -que deriva finalmente en la muerte y cierre de su actividad- se centra fundamentalmente en una deficiente e inoperante estructura organizativa y de dirección.
Resulta irritante ver como ante este hecho los responsables que pueden tomar decisiones influyentes al respecto, se muestran narcotizados, tomando decisiones a la desesperada en estrategias comerciales, no permitiendo que nuevos cambios instaurados maduren, siendo imposible que se puedan implementar mejoras en las distintas líneas de trabajo de cada uno de los puestos de sus departamentos y obviando el hecho de que una reestructuración en el aspecto organizativo podría producir un cambio de resultados en sus números, incluso a corto plazo.
En entidades que cuentan con 4 o 5 empleados –a veces menos- es casi un crimen no saber conciliar los esfuerzos y tareas de sus trabajadores, fomentando más el principio de divide y vencerás que el de la unión hace la fuerza.
En la mayoría de ocasiones, en estas micropymes no es tanto lo que produzcas o desarrolles –ya sea producto o servicio- sino más bien cómo lo hagas y lo ágil que se sea para llevarlo a cabo.
Aunque cada vez más esto está cambiando, en España sigue habiendo un pelotón de empresarios que han heredado ramalazos de dirección a la antigua usanza, sigue habiendo una deficiencia e incapacidad empresarial por cultura, motivado por “empresarios acomodados” con cierto capital, que siempre han formado parte de empresas familiares.
Esto y que la situación del mercado laboral está propiciando que nos lancen al emprendimiento por necesidad, sin formación ni cualidades válidas para poner en marcha empresas y sin capacidad para asumir la dirección del trabajo de otros, ha dado pie a que creer en el romanticismo de poner en marcha un negocio, se confunda con la temeridad de pasar de una situación laboral y económica mala a otra dramática.
Ambas situaciones –la del dinosaurio empresarial y la del incauto emprendedor– favorecen al amiguismo y a la dedocracia, lo que explica que perfectos ineptos se instalen en puestos de trabajo vitales para el desarrollo de la actividad empresarial diaria, dónde han de tomarse decisiones espontáneas e inmediatas para las que no están lo suficientemente preparados.
Estos trolls suelen ser amigos y personas con vínculo íntimo o profesional de muchos años, pero que a la contra son unos profesionales paupérrimos que afrontan su jornada laboral como un pequeño oasis de confort que estrangula a avance diario de la empresa y coartan el trabajo de quien sí es válido, pero que no es más que el becario o el recién contratado de turno.
Este tipo de empleados suelen ser conocedores de sus limitaciones, y esto mismo les llevan a no ser tan sólo malos trabajadores sino también malas personas, porque tratan defender su puesto cueste lo que cueste, ya sea boicoteando el trabajo de sus propios compañeros o anteponiendo sus intereses y caprichos al bien común de la empresa.
En el otro lado del prisma te encuentras con aquellas personas trabajadoras, dinámicas y cualificadas. Sus opiniones no suelen tener demasiado peso porque habitualmente son empleados jóvenes y pragmáticas que no alimentan el «peloteo» y que quieren crecer en su trabajo diario. Silenciar a estos últimos irremediablemente influye en el progreso de la compañía y son este tipo de dirigentes los que caen en este error una y otra vez.
Si las decisiones estratégicas y organizativas están siendo tomadas por estos incapaces que cercenan cualquier propuesta de mejora o cualquier cambio productivo, sólo por el riesgo de perder su estatus quo, ¿cómo podemos esperar que estas empresas sobrevivan?
Estas situaciones provocadas por los dueños de estas pymes dañan directamente al devenir de su actividad empresarial y por ende a los resultados en sus balances a final de año.
Conclusión: con un troll no puedes avanzar
Así que todo esto me lleva a pensar que mucha culpa del mal desarrollo empresarial no está ni en el gobierno, ni en la ley, ni en la crisis, ni la mala suerte…está en pésimos dirigentes que entregan las llaves de su feudos a colegas pelotas que ni saben, ni quieren, ni pueden desplegar una labor productiva y proactiva.
Mientras no se instaure un cambio cultural y educacional, si eres de los que están en el lado oscuro, tendrás que salir de ahí y demostrar cómo se han de hacer las cosas…entre tanto, tenemos lo que “creamos”.
Y si no eres uno de esos troll, descúbrelos tuiteando esta entada!
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